lunes, 23 de septiembre de 2013

Críticas: Kon-Tiki de Joachim Rønning y Espen Sandberg


El 28 de abril de 1947, el explorador noruego Thor Heyerdahl inició una travesía desde Perú hasta la Polinesia en una balsa construida con los materiales que los primeros pobladores del archipiélago del Pacífico utilizaron cuando llegaron allí. Su objetivo era el de demostrar que dichos pobladores fueron habitantes sudamericanos que partieron antes de la conquista de América, en lugar de proceder de Asia, como se teorizaba en la primera mitad del siglo XX.

Sin conseguir financiación para su proyecto, Heyerdahl se embarcó junto con 5 tripulantes más en un viaje de 101 días a través del Pacífico superando los peligros que suponía realizar una expedición de esa envergadura, desde el riesgo de desviarse de su ruta y acabar en los remolinos de las Islas Galápagos, hasta la amenaza de que alguna ballena hiciera volcar la balsa, y sobre todo el encontrarse con manadas de tiburones hambrientos. Pero el propósito de esta aventura era el de demostrar a los científicos las teorías de Heyerdahl, por lo que una de los pocos elementos de la época que llevaron en la balsa fue una cámara con la que rodaron la construcción de la misma y toda la hazaña desde su partida desde el puerto del Callao hasta la llegada de la embarcación a las islas Tuamotu.




La grabación llegó a ganar en 1951 el Oscar a la mejor película documental, y basándose fielmente en ella nos llega ahora la historia de aquella expedición en forma de película, de la mano de los directores noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, responsables de aquel western olvidable con Penélope Cruz y Salma Hayek llamado “Bandidas” y de la próxima entrega de la saga “Piratas del Caribe”. 

“Kon-Tiki” toma el nombre de la balsa que utilizaron Heyerdahl y su tripulación y en ella se reconstruyen los hechos tal y como se plasmaron en el documental, con la única concesión ajena a él de la relación entre Heyerdahl y su ex mujer.

Con un comienzo quizá algo atropellado, en el que se introduce el descubrimiento del dios Tiki en la Polinesia por parte de Heyerdahl y su mujer en su luna de miel, hecho que provocó su obsesión por demostrar su teoría, y su búsqueda de financiación para el viaje, todo de manera muy superficial, es en el momento en el que comienza el viaje cuando la película toma forma ofreciendo no sólo una aventura clásica para toda la familia, sino además una gran galería de imágenes marinas con una exquisitez estética soberbia “Kon-Tiki” es una película de aventuras al más puro estilo del género que se realizaban en los años 30 o 40, una aventura sencilla, limpia, sin grandes conflictos ni tendencias adoctrinadoras o moralistas, pero con grandes dosis de entretenimiento con el mar y sus peligros como espléndido decorado natural.

Uno de los grandes aciertos de “Kon-Tiki” es precisamente el reflejo fiel de la aventura real de Heyerdahl y sus compañeros de viaje, a cargo de un reparto especialmente elegido por su parecido físico con los tripulantes de aquella expedición, comenzando por Pål Sverre Valheim Hagen, cuya interpretación del soñador parsimonioso a la vez que optimista Heyerdahl, es más que convincente.


Resulta curioso que, a pesar de que “Kon-Tiki” sea una película noruega, mucha parte del metraje se rodara dos veces, una en inglés y otra en noruego. El hecho de rodarla en inglés para el mercado internacional y en noruego para poder optar a la nominación al Oscar a mejor película de habla no inglesa, por desgracia provoca que la versión que podemos ver en las salas españolas sea la primera, restándole realismo a la historia. Aun así, se hacía necesaria en la cartelera una película de este estilo que pudiera competir con la animación infantil, que parece ser últimamente la única opción para ver en el cine sin restricciones de edad.

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