sábado, 7 de diciembre de 2013

Crítica: Stockholm de Rodrigo Sorogoyen




Hace unos meses salía un proyecto de crowdfunding que nos proponía ayudar a la producción de una película titulada Stockholm que iban a protagonizar Aura Garrido y Javier Pereira, una historia en apariencia sencilla con pocos personajes y que supondría el debut en la dirección en solitario del guionista de cine y televisión Rodrigo Sorogoyen tras su primera película que dirigió en 2008 junto a Peris Romano, 8 citas. Después de unos meses en los que se ha podido ver en distintos festivales y por diferentes pases se ha estrenado comercialmente.  Las buenas críticas que había oído me daban ganas de verla pero cuando uno tiene unas expectativas tan altas a la hora de ver una película, por lo general acaba sintiéndose defraudado así que preferí no tomarlas demasiado en consideración. La historia que nos propone Sorogoyen es la de dos jóvenes que se conocen en una fiesta y que entre ellos surge una atracción que les hará desear conocerse. Nos habla de esa magia que surge al conocer a alguien que no es que te llame la atención simplemente sino que sentimos algo y no sabemos por qué. Tiene dos partes bien diferenciadas, por un lado está la noche que se nos presenta como mágica, idílica, casi un sueño o una fantasía en donde parece que todo es posible, y una mañana en la que se vuelve a la cruda realidad, donde no todo es tan bonito y en donde los roles de los personajes se dan la vuelta y es que si por la noche es la parte masculina la que lleva el mando, por la mañana es ella quien parece que domina la situación. Gran importancia tiene el trabajo actoral pues son los encargados de dar vida a unos personajes complejos que poco a poco se van mostrando. Pero la película no es sólo el trabajo de los actores, también cuenta con una buena historia y con una dirección impresionante. La escena en la que ella baja el edificio por las escaleras y él por el ascensor es simplemente estremecedora porque aunque hasta ese momento uno piensa que está viendo una comedia romántica, ahí es cuando se da el giro argumental y con una simplicidad tan abrumadora, no se sabe muy bien si esto va a derivar en una trama de terror en la que no hay ni sangre ni muertos, tan sólo el temor a no saber qué va a pasar después. Una de las cualidades que tiene es que tras una aparente sencillez hay una gran complejidad, un juego de seducciones, de emociones que la convierten en una de las mejores películas que he visto este año.




Esta es una de esas películas que pasan desapercibidas porque no tienen la misma repercusión que otros estrenos cuyas productoras y distribuidoras pueden permitirse gastarse mucho dinero en promoción y en darlas a conocer. Supongo que también pasaría con el crowdfunding, seguramente si muchos supieran más hubieran apostado por esta historia tan emocionante. Si hay alguna pega que le pondría a la película es al principio de la historia cuando se conocen los dos personajes y hacen el recorrido entre la discoteca y la casa del protagonista es demasiado extraño; y es que para los que vamos bastante por el centro de Madrid y aunque sea de noche, las calle por las que pasan los protagonistas son muy reconocibles, yo he pasado muchas veces por allí, incluso he comprado alguna vez en el 24 horas al que van los personajes a comprar una cena improvisada por lo que ese camino se me hizo algo extraño pero supongo que eso se ha debido a que la rodaron en los sitios en donde consiguieron permiso por parte del ayuntamiento. Id a verla en cines antes de que la quiten de la cartelera y luego cuando salga en DVD o BluRay no perdáis la ocasión y compradla. 


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