viernes, 1 de agosto de 2014

Crítica: Viajo sola, de Maria Sole Tognazzi


Margherita Buy, interpretada por Irene Lorenzi, tiene lo que, a simple vista, podría ser el mejor trabajo del mundo: viaja por todo el planeta a gastos pagados hospedándose de incógnito en diferentes hoteles de lujo para luego ponerles nota. Su vida profesional podría parecer perfecta, sí, pero hay un problema: interfiere de tal manera en su vida personal que apenas tiene contacto con su familia y amigos.


Maria Sole Tognazzi, hija de Ugo Tognazzi, nos trae este drama con ciertos toques de humor. 'Viajo sola' es la típica película ligera que ver al volver de trabajar, o cuando estamos cansados y no apetece demasiado estrujarse el cerebro. Ésa es una de sus virtudes. Otra virtud son las preciosas localizaciones, hoteles, resorts y demás con los que los mortales sólo podemos aspirar -con suerte- a visitar unas pocas veces durante nuestra vida. Además, los personajes están bien construidos. Pero… ¿qué le falla? Ritmo, falta de identificación con la protagonista y, en general, que es muy descafeinada. Por lo que cuenta, y cómo lo cuenta, entiendo que sea una película lenta, pero se hace pesada. Entre visita y visita a hoteles exóticos -y durante la estancia en un par de hoteles- pasan ciertas cosas que hacen avanzar levemente la trama, pero no es suficiente. Esto podría ser no tan negativo si por lo menos nos sintiésemos más identificados con la protagonista: a ratos podemos ver algo cotidiano en ella, pero su estilo de vida hace que a muchos -o casi todos- de nosotros nos resulte algo ajeno y no terminemos de empatizar con la pobre Margherita Buy. Y repito, esto no sería tan grave si por lo menos los conflictos fuesen un poco más profundos, ya que se entiende el conflicto, pero no se ve que la protagonista haga grandes esfuerzos por solucionarlo. Por lo tanto el dilema -el motor de la película- entre saber compaginar y elegir entre trabajo y familia y amigos queda desdibujado, lastrando la película sin remedio.


Lo mejor de la película es, sin duda, Irene Lorenzi. Hace lo que puede con un personaje un tanto vago y le da más carisma de la que presumiblemente tendría sobre el papel. Consigue conmovernos un par de veces, y conseguirlo teniendo en cuenta lo anterior es para alabarla. Igual que a Maria Sole Tognazzi, que en cuanto a dirección de actores y planificación no hay nada que reprochar. Y sé que esto no tiene nada que ver con ella, pero la dirección de fotografía es exquisita, complementando un trabajo de dirección artística elegante.

Maria Sole Tognazzi nos trae una tercera película bastante irregular que dejará frío a más de uno. Es una pena porque con otro enfoque podría haber sido una muy buena película.

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