jueves, 7 de mayo de 2015

Crítica: El viaje más largo de George Tillman Jr.


A falta de una historia de amor, en esta película nos cuentan dos que suceden intermitentemente pero en dos tiempos distintos. Una en el pasado y otra en el presente. La primera sucede entre una exiliada europea que ha dejado su país por el ascenso del nacismo y un joven americano y la otra entre una estudiante universitaria y un profesional del rodeo. La historia está basada en una novela de Nicholas Sparks, uno de los autores que más romanticismo ha llevado a la gran pantalla con otros títulos como El diario de Noa, Querido John o Mensaje en una botella. Son historias que suceden a lo largo del tiempo y del espacio y con un claro marco de tragedia. Cuando todo parece que va bien en la pareja sucede algo que lo cambia todo. Aunque las dos historias se han juntado bien hay grandes diferencias entre ellas y hay una claramente superior a la otra. Sin duda la historia protagonizada por Ira y Ruth es la que más cautiva. Quizás no tanto por lo que cuenta sino por lo que deja volar a la imaginación. Por lo que me cuentan en el libro no se dejan tantos espacios en blanco y cuentan toda la historia, aunque lo que nos cuenta no sea satisfactorio, o por lo menos la respuesta que nos da el autor no me convence y prefiero lo que yo me pueda imaginar. 


Sin destripar demasiado la historia hay una parte en la que Ruth decide abandonar a su marido y posteriormente nos cuentan que son poseedores de una gran pinacoteca. Ella es profesora en un colegio y me pregunto qué es lo que hizo el tiempo en el que estuvo fuera de casa y cómo consiguió esa magnífica colección de cuadros. Prefiero pensar que Ruth tenía una doble vida de espía y que no quería perjudicar a su marido así que decide alejarse de él pero el amor es tan grande que acaba volviendo. Esos cuadros han podido ser el pago de algún servicio. La interpretación de Oona Chaplin es emoción contenida y es sin duda lo mejor de la película. Ruth e Ira son los grandes amantes de esta película en la que también aparecen Sophie y Luke, ella estudiante que está preparando su trabajo fin de carrera y ya buscando un trabajo en el mundo del  arte y él que se dedica a montar toros. Vienen de dos mundos opuestos y con visiones muy diferentes de la vida. Pero la atracción y el amor les une y eso hace que si quieren seguir juntos tengan que ceder. Su historia es más convencional y más vista. Ver cómo lo hace el hijo de Clint Eastwood es lo que más puede causar interés y ver en qué punto se relacionan ambas historias y cómo. Al final no tienen tanto en común cómo me hubiera gustado pero como ya he dicho se complementan bastante bien. No quisiera acabar esta reseña sin mencionar la presencia de uno de los grandes del cine Alan Alda como un maduro Ira, que será el testigo del amor entre la joven pareja del presente. 


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