viernes, 29 de julio de 2016

Crítica: La mina: the night watchman de Miguel Ángel Jiménez


Parece que el cine de terror sigue en auge, saliendo cada vez más películas que recaudan aún más dinero. Por desgracia, en España no se hacen tantas cintas de género, y cuando se hacen son con resultados dispares. 'La mina: the night watchman', una de las películas españolas de terror del año dirigida por Miguel Ángel Jiménez, llega a los cines.


Un padre de familia que ha estado preso vuelve, después de varios años en la cárcel, a su casa. Su hermano, líder religioso de la comunidad, decide ofrecerle un trabajo como vigilante nocturno de la vieja mina abandonada mientras intenta ganarse, durante el día, la confianza de su mujer. Todo esto ambientado en una zona rural estadounidense. La premisa de vigilar un lugar tenebroso no es muy novedosa, como tampoco lo es el drama familiar. Aunque lo cierto es que los personajes son un poco tópicos, también cautivan al espectador con sus comportamientos y actitudes poco claras. Ya sea el hermano del protagonista, al borde del fanatismo religioso; su mujer, que no quiere saber nada de él; o su hijo, un niño extraño que no habla demasiado. Todos ocultan algo, y eso hace que no podamos apartar la vista de la pantalla mientras surgen varios dilemas dramáticos. Y he aquí el principal problema de 'La mina: the night watchman': demasiado drama y poco terror. Es cierto que se agradece infinitamente que los personajes estén tan bien dibujados pese al tópico, y que se desarrollen emocionalmente durante la película para que nos importe lo que les pase, pero… pero es que pasa poco. La parte de la mina es muy desasosegante, pero está poco explotada. Al igual que el fanatismo religioso del hermano y la comunidad, que podría haber dado momentos completamente terroríficos. También echo de más las canciones: cantan demasiado. Vale que el protagonista, interpretado por Matt Horan, es el cantante de una banda country vasca, pero eso no es motivo para que cante tantas veces a lo largo de la película porque es algo que saca al espectador, que quiere ver más sangre y escuchar menos música.


Miguel Ángel Jiménez nos brinda una película bonita de ver, con algunas imágenes tan cautivadoras como perturbadoras. Es elegante, con una planificación mucho más cuidada de lo habitual, aunque su estructura es más de drama que de terror, al igual que pasa con la excelente fotografía. Si en algo destaca la película es en el reparto: todos están más que creíbles, dando el 100% bajo una dirección de actores trabajada. Los intérpretes, todos anglosajones –supongo que por aquello de poder exportar la película con muchísima más facilidad–, tienen química y crean un reparto sólido y efectivo. Pero el premio gordo es para Matt Horan, protagonista. Parece como si el papel de Jack estuviese escrito para él: las canciones, los tatuajes, el físico… Es el mejor actor que podrían encontrar para el papel, o el mejor papel que podrían haber escrito para el actor.

Aunque 'La mina: the night watchman' no es una película de terror al uso, los paseos por la mina erizarán el vello del más valiente.

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