viernes, 17 de diciembre de 2010

Crítica: 18 Comidas de Jorge Coira


Jorge Coira, después de un gran debut como director de largometrajes con la comedia post-adolescente "El año de la garrapata", regresa con una comedia con toques melodramáticos en donde a lo largo de un día bastante complicado e importante para la vida de una serie de personajes, se nos muestra los sinsabores de las relaciones humanas acompañados de un plato de comida. Y es que comer no es sólo un acto necesario para la supervivencia, es un acto social en el que nos reunimos las personas, una excusa para encontrarse, para relacionarse, para confesarse o simplemente para estar, como la pareja de ancianos que aparecen a lo largo de la película y que aunque no se intercambien ni una sola palabra son quizás los que más unidos y cercanos estén. A lo largo de seis desayunos, seis comidas y seis cenas nos van contando varias historias, como la de Sol, que tiene dudas acerca del futuro de su matrimonio y el recuerdo de un antiguo y frustrado amor que le hace imaginar lo que pudo ser, la de dos hermanos que se reencuentran y que surge el conflicto cuando uno de ellos confiesa que es homosexual, o la pareja con una gran diferencia de edad, en la que él no puede dar todo lo que ella necesita. También está la hermana que ayuda en el negocio familiar y que sueña con cantar en una orquesta, el actor de una famosa serie de televisión que tiene muchos seguidores pero que no es capaz de convencer a la mujer que quiere para que vaya a su casa a compartir un momento. Como en un puzzle estas vidas se unen formando un hermoso mosaico sobre la vida.



Con un guión sólido pero que a la vez nació de las improvisaciones de los actores a partir de un guión bastante abierto. Es difícil no apreciar y cogerle cariño a los personajes de la historia, desear haber pasado la noche de fiesta con los trasnochadores que acaban desayunando unas cervezas a primeras horas de la mañana, querer ir a un concierto improvisado en la calle con Luís Tosar tocando la guitarra y cantando o hacerse amigo de la simpática camarera que sin querer se ve metida en un lío familiar. Pero todo eso no serviría de nada sin unos actores que sacan lo mejor de sí mismos y el mayor responsable es sin duda su director. Ya en otros trabajos como la mencionada El año de la garrapata, o en series en las que ha trabajado como la comedia que triunfa en la televisión de Galicia “Padre Casares” los actores hacen un trabajo digno de ovación. Consigue transmitir verdad y naturalidad, algo que no siempre se ve en una película. Tanto los actores que tienen una mayor presencia en la película como los personajes secundarios muestran una tremenda naturalidad de sinceridad. Quizás la historia de los hermanos sea la que peca un poco de exceso  


Pero personalmente uno de los motivos por los que más he apreciado esta película es sin duda por el propio escenario de la película, la ciudad de Compostela, una ciudad que me ha dado tanto en la vida y en la que he vivido grandes momentos. Ver la ciudad que amas en una pantalla de cine, con la mirada de alguien que también ama a la ciudad es una gran experiencia.

En definitiva, una película que merece la pena ver. 

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