viernes, 25 de marzo de 2011

Crítica: Howl de Rob Epstein, y Jeffrey Friedman


De los autores de la generación beat el más conocido para el público en general es  Jack Keruac y especialmente la novela “On the road”, retrato de una época. Otro de los integrantes de este movimiento  cultural es el poeta Allen Ginsberg cuya historia se narra en esta película. Su poema Howl (Aullido) causó una gran conmoción en la sociedad americana hasta el punto de que su editor se tuvo que enfrentar a un juicio por haber publicado lo que consideraron una obscenidad. La historia de la película habla de ese poema, pero también de la vida de su autor así como del juicio. Tres partes que se van intercalando a lo largo de toda la película. Un tema transversal en la película pero que me parece de gran importancia es la defensa que de la libertad de creación y de expresión que se hace, así como de un intento de definir los límites del arte, un tema bastante actual en donde, sin entrar en valorar la calidad artística de una obra, se intenta censurar cuando esta se escapa de un esquema demasiado rígido. El arte en general, y en este caso, la literatura expresa la forma que tiene el autor de ver el mundo, su propia visión de este y tiene que expresarlo “con sus propias palabras”, dar voz a los personajes y que sean ellos los que hablen y si para ello es necesario utilizar ciertas expresiones o hablar de ciertos temas que no resulten cómodos para una mayoría, no se debe impedir ni censurar, sino darle libertad y que se mueva en su espacio natural. Como bien se dice en la película, un poema que estaba destinado a un público minoritario, gracias al juicio tuvo una publicidad que hizo que llegara a un público que en unas circunstancias normales no hubieran tenido acceso.

Los directores Rob Epstein, y Jeffrey Friedman proceden del mundo del documental. Una de sus películas más conocidas es la de “El celuloide oculto” de 1995 en dónde se hablaba de las formas que tenía el mundo del cine para librarse de la censura y retratar el mundo homosexual. Howl tiene ese espíritu de película documental en donde se intenta analizar de una forma objetiva la figura de Allen Ginsberg. Gran parte de la trama es una entrevista en donde el propio protagonista cuenta y analiza su propia vida. Habla del juicio, otra parte fundamental de la historia. La forma que han decidido reflejar el poema es mediante una animación, una forma muy acertada para retratar un poema en donde no se narra una historia sino unas ideas. En este sentido no es el típico biopic que estamos acostumbrados a ver en donde nos cuentan la vida de un personaje a través del punto de vista del director o guionista sino que quieren que sea el propio protagonista quien se exprese. Básicamente porque el poeta está muerto y no se le puede entrevistar y no habrá grabaciones de la época es por lo que imagino que los autores de esta película han decidido dramatizar y utilizar a actores para dar vida a los personajes. El actor que lleva el peso de toda la historia es James Franco que encarna al protagonista. Su trabajo es muy bueno, así como el del resto de los actores, porque se mete perfectamente en la piel del personaje y más que una interpretación es una transformación total.  



Howl es una película que rompe esquemas porque abre puertas a un nuevo género de documental “ficcionado” en donde se trata de contar algo con una mezcla de las técnicas de ambos géneros. El resultado es una película brillante que emociona y gusta. Nos acerca a un personaje poco conocido y está bien que gracias a esta película nos interesemos más por el y por extensión a la generación beat que cambió la forma de pensar de toda una época.


 Howl se estrena hoy 25 de marzo

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