martes, 22 de marzo de 2016

Crítica: Nuestra hermana pequeña de Kore-Eda Hirokazu


Cuando pensamos en cine japonés muchos pensamos en películas de terror de niñas de largas cabelleras, pozos y terribles maldiciones, otros en películas de animación que traen lo mejor del manga pero también hay cabida para este tipo de historias como las que nos plantea Nuestra hermana pequeña y que sigue la estela del gran éxito que tuvo Una pastelería en Tokio. La historia está basada en el manga Umimachi Diary de Akimi Yoshida y que consta por el momento de 7 volúmenes. El primero publicado en el 2007 y el último es de enero de este mismo año. Tres hermanas con una personalidad muy diferente viven con la ausencia de sus padres, uno porque se ha ido con otra mujer y la madre porque simplemente se fue. Tan sólo se tienen a ellas y a una casa grande pero vieja. La noticia de la muerte del padre les trae la noticia de una hermanastra de 13 años. Aunque hace muchos años que no han tenido contacto con su padre y a su hermana Suzu ni siquiera la conozcan, el poder de la familia es muy fuerte y sienten deseos de protegerla. El hecho de que Suzu esté tan sola como ellas hace que deseen cuidarla y le proponen que se vaya a vivir juntas.



El director nos muestra una pequeña parte de la vida de estas mujeres, nos muestra su vida, qué hacen, cómo se divierten y a partir de lo que hacen, lo que dicen y cómo se comportan la historia se cuenta sola. Hay una falsa creencia de que este tipo de películas no tienen argumento pero no es así. Estamos acostumbrados a que el relato sea más evidente, aquí la historia se cuenta de otra manera, da más importante a los personajes y deja que ellos a través de lo que dicen y lo que hacen cuenten lo importante. Salvando las distancias me recuerda un poco a la serie de Shin Chan en la que se nos contaba la vida de una familia japonesa de clase media a través de los ojos de un niño. Aquí son cuatro hermanas que viven, que experimentan, que se relacionan, que comen y que nos cuentan cómo es la vida en japón. Es un pedazo de vida que emociona y que hace que en mi caso me resulte un país y una cultura fascinante. El director se toma su tiempo para contarnos la historia familiar. Con un ritmo delicado y un tono que va de lo cómico a lo trágico somos los espectadores privilegiados de una jóvenes fascinantes que podrían ser cualquier de las personas con las que nos cruzamos todos los días. Son muchas las cosas que nos separan pero también las que compartimos, el temor a la soledad, a que nos rechacen, a no ser felices son cosas que nos preocupan a todos. Lo que diferencia es la forma que tenemos de afrontarlo. Las cuatro hermanas aprenderán a entender el pasado para no cometer los mismos errores de sus padres. Una emotiva película que llega mañana a los cines de la mano de Golem. 


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