miércoles, 27 de abril de 2016

Crítica: Capitan América: Civil War de Anthony y Joe Russo


Siempre hay un buen momento para poner al lector en vereda, contarle dónde empieza el camino del que escribe, y comentar que este aficionado aquí presente carece por completo del bagaje que muchos dicen llevar cuando ven una película de Marvel, la superlativa compañía de cómics americanos. Este bagaje, fruto de un constante consumo de viñetas coloreadas servido en kioscos durante décadas, ha permeado entre una generación de jóvenes a nivel mundial como muy pocos otros recursos intelectuales, si se me permite la comparación. Toda esa historia de cómics y superhéroes, con sus irregulares coqueteos con el cine, nos conduce a este despliegue que comenzaría con la compra por Disney de Marvel, para plantear una campaña de largo recorrido sembrando las carteleras casi a ritmo anual de al menos un título de las licencias más famosas (y aquellas que no siéndolo tanto, se han podido recuperar y potenciar).

Esta estrategia nos ha permitido disfrutar de adaptaciones con un nivel bastante interesante de calidad, que han mantenido una media alta, y que han enfocado cada saga y superhéroe de maneras distintas, al contar con diferentes directores y equipos creativos. Un enfoque heterogéneo que ha dotado de una interesante riqueza al universo Marvel en el cine. Por ello, aunque cada película es un filme completo, y cada saga perfectamente visible por separado, es la interrelación entre todas la que desemboca en un baile de diversión, y, siendo un poco desagradable, un concepto conocido como “nerd porn”, o el hecho de ver a tus superhéroes favoritos juntando fuerzas, incluso en ocasiones midiéndolas entre sí. Sueños húmedos de juventud.
Marvel ha dividido los lanzamientos de sus ciclos de películas en “fases”. Y esta nueva entrega del Capitán América es el comienzo de la tercera fase que se ampliará hasta mayo del 2019 (recordemos que la primera empezó por aquel lejano estreno de Iron Man en 2008, del que hace ya unos 9 divertidos años). Si todo le ha salido bien a usted, querido lector, tiene que venir a esta película habiendo disfrutado de Los Vengadores 2 en su debido momento y de la más reciente Ant-Man. Pero no se preocupe demasiado del bagaje, aquí viene uno a divertirse.

Y ahora, puestos ya en nuestro sitio, vamos al meollo. He de avisar que de todo este entretenido universo, la saga que a este humilde servidor le ha parecido mejor ha sido la del Capitán América. Y eso que tenía todas las papeletas para convertirse en un producto que desprendiera aroma a barras y estrellas, pero la inteligente dirección y el dinámico guión que han inundado sus películas, amén de la categoría de sus secundarios, ha servido para elevar la categoría del adjetivo “adaptación”, siendo una interpretación del personaje que bien merece su universo propio.


La primera entrega, “Capitán América: el primer vengador”, coqueteaba con una mezcla relativamente afortunada entre el cine de aventuras con regusto a “Indiana Jones” y el género bélico de “La gran evasión”, trabajando sobre la fórmula del malvado imperio Nazi para encajar la figura de los supersoldados y mostrando un excelente trabajo artístico de maquillaje y diseños, repartido entre armaduras, super-estructuras y detalles más pequeños como consolas de control o material bélico.



La segunda entrega, apellidada “El soldado de invierno”, importa la figura del Capi (si me permiten el apelativo cariñoso) a un tiempo actual y moderno, dejando a un lado el tono más liviano de la primera entrega para cambiar los ingredientes por la acción y el thriller. Es en esta entrega donde, tras el cambio de dirección con respecto al primer filme, los hermanos Russo toman el timón del proyecto y lo convierten en el vehículo de una historia impactante con un ritmo endiablado y un guión intensamente entretenido. Muchos recuerdan esta segunda entrega como la mejor de la denominada “fase dos” de Marvel, y cierto es que para que un grande como Robert Redford preste su semblante a un secundario, quizá es que el proyecto debe de tener algún aliciente.




Los hermanos Russo presentan en esta ocasión otro peldaño en la escalera de Marvel, con la nueva “Capitán América: Civil War”. Y seré sincero. Estaba nervioso. Nervioso porque los trailers no auguraban nada bueno, incluso me parecían relativamente poco halagüeños. Y luego está el hecho de la campaña de publicidad, que contiene diverso material que, sin embargo, me parece divertido. Divertido por reír un poco y divertido por enseñar que los actores se divierten, hecho que creo, determina mucho su posición hacia el trabajo. Dejo un par de enlaces para aliviar la solemnidad de este texto (en inglés):




Después de las risas, o quizá el ceño fruncido de la vergüenza ajena, entremos en materia. Civil War es, como mínimo, y con todos sus pros y contras, igual o superior en calidad total a “El soldado de Invierno”. Los directores repiten y amplían una inteligente mezcla de acción y suspense, planteando temas que son conocidos a los aficionados, y que, a los profanos en comic como yo, nos parecen bien planteados. Responsabilidad sobre las acciones y decisiones fundamentales crean divisiones en el supergrupo, divisiones que evolucionan y cincelan el panorama del próximo universo cinematográfico de Marvel.


Sin embargo, no voy a faltar a la verdad. La película falla al presentar a los personajes, presuponiendo ese esfuerzo por parte nuestra, teniendo que haber seguido las entregas anteriores de toda la “fase dos”. Incluso algunos secundarios nuevos de esta entrega quedan en suspense, al faltar datos para poder conocerlos como se merecen. Pero de este fallo, o sacrificio, nace una interesante evolución de los héroes, que toman forma real y afrontan problemas siendo fieles a su historia y trasfondo.


La acción forma parte contratante del metraje, siendo presentada la película con una intensa escena (como la anterior entrega) y luego dosificando momentos de coreografía más que notable. El complicado baile que forman los enfrentamientos entre los superhéroes está claramente cuidado al detalle, midiendo y dosificando las apariciones para que los aficionados vean recompensada su espera, y todos tengan su momento. El apartado técnico está a la altura de lo esperado, siendo visualmente correcta, lejos del oscuro tono de la reciente Batman contra Superman. Los efectos especiales son utilizados con mesura, sin restarle importancia a la potente actuación física de los actores y rellenando los espacios donde la actuación no es posible. Sonoramente es correcta, con especial atención a los efectos, y quizá dejando la banda sonora un poco en segundo plano.



Volviendo al concepto de escalera, lo que yo esperaba encontrar como peldaño, es todo un rellano en el que sentarse y disfrutar. Un más que correcto viaje hacia un cambio generacional de este universo, y que merece mucha atención, porque denota que aparte de apreciar el material de base, se busca realizar una película buena, correcta, entretenida  e impactante. Quiero concluir con esta reseña, pero no se me ocurren buenas maneras de acabar. Por ello, solo indicare que, si todas las películas de la “fase tres” son asi de buenas, que vengan tantas fases como quieran, aquí estaré preparado.

Post data: escenas de final de créditos, dos. No se las pierdan.

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