domingo, 24 de abril de 2016

Crítica: Los recuerdos de Jean-Paul Rouve



En un par de semanas se estrena El olivo de Iciar Bollaín que trata sobre una nieta que quiere hacer feliz a su abuelo recuperando un Olivo milenario que sus hijos malvendieron. Mientras tanto tenemos esta película francesa que trata también sobre la relaciones entre un nieto y su abuela. Las relaciones entre padres e hijos suelen ser complicadas, los padres son unas figuras de autoridad y los hijos no siempre comprenden que los padres hacen todo lo que pueden por nuestro bien. Eso hace que busquemos en la generación anterior a nuestros padres un aliado. Lo que nos proporcionan nuestros familiares son unas experiencias, unas vivencias que nuestras limitaciones temporales nos impiden conocer. Su historia se mezcla con la nuestra en un continuo y es uno de los legados más importantes que nos pueden dejar, el recuerdo de una vida y de un mundo que no hemos conocido. Cuando Madelaine Esnard pierde a su marido se queda sola en casa. Sus hijos creen que necesita una ayuda especializada porque no creen que sola pueda sobrevivir, en cambio su nieto cree que puede vivir sola. Pero tras un pequeño accidente acaba en una residencia. El nieto hará todo lo posible para que esté lo mejor posible. Ante la vista de los demás es el que menos se preocupa y el que menos hace pero es el que busca lo mejor para su abuela, el que no tienen ningún interés oculto. Cuando desaparece el va en su búsqueda y el que le ayudará a recordar cuando era joven y vivir una última aventura. 


La película toca temas bastante delicados como la muerte, la vejez, y como es nuestro deterioro con el paso del tiempo. Pero no lo hace desde un punto trágico, sino como algo natural, como una parte más de la vida, que es lo que es. No es una película frívola pero si que no dramatiza ni se lo toma demasiado en serio, busca una naturalidad y cierta comicidad en lo que cuenta. El trabajo de los actores hacen más creíble esta historia que logra en muchos momentos divertirnos pero también emocionarnos porque toca asuntos muy cercanos que si no hemos vivido en primera persona en algún momento nos tocará. La película es una adaptación de una novela de David Foenkinos. El director es el actor Jean-Paul Rouve y esta supone su tercera película. 

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