lunes, 20 de junio de 2011

Crítica: Almas condenadas de Wes Craven


Antes de rodar la cuarta película de la saga Scream, el director Wes Craven volvió al cine con esta historia de terror protagonizada por varios adolescentes y con una trama bastante siniestra. Cosas de distribución ha hecho que nos llegue meses después. Pero dejemos Scream a un lado y centrémonos en Almas condenadas.


La historia cuenta cómo un asesino el día en el que es cazado y muerto jura venganza y promete asesinar a los siete niños nacidos ese mismo día. Han pasado dieciséis años y los ya adolescentes viven con el temor a ser víctimas del asesino ya sea porque en un último momento logró sobrevivir o bien por         que su espíritu ha pasado al cuerpo de uno de ellos y lo utilizará para su venganza. La trama no es un prodigio de originalidad, el tema de una venganza que no se sabe muy bien a qué viene, adolescentes a los que van asesinando uno a uno, pistas que nos llevan a pensar varias soluciones posibles, que si el malo es este u otro, y un final con sorpresa más o menos predecible. Las historias de terror son atractivas porque no apelan al pensamiento, no es necesario seguir una complicado argumento ni historia, sino que busca la emoción y la sorpresa, que no sepas lo que va a suceder. Es interesante vivir algo así rodeado de más gente en un cine sintiendo la energía, los sustos y la tensión con los demás espectadores que te acompañan es una experiencia catártica y emocionante.


La pregunta que vendría ahora es si en concreto esta película consigue todo esto y debo decir que en momento sí aunque no lo logra especialmente, es cierto que mantiene el interés durante las casi dos horas que dura y que te llevas alguno sustos pero quizás por lo trillado del planteamiento no llega a convencernos del todo. De todos modos, Wes Craven es alguien muy importante en el cine y especialmente en este género, lleva muchos años asustándonos y sabe cuales son las claves para hacer una buena película de terror y aunque por lo general suele acertar, en esta ocasión no cumple con lo que podríamos esperar de él. 


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