miércoles, 7 de octubre de 2015

Crítica: Taxi Teherán, de Jafar Panahi


El veterano director Jafar Panahi vuelve a nuestras pantallas con 'Taxi Teherán', una experimento pequeño y arriesgado que describe la sociedad iraní.


Jafar Panahi trae, a caballo entre el documental y la ficción, entre la comedia y el drama, una película sincera y entretenida llamada 'Taxi Teherán'. Un taxi, conducido por el propio director, recorre las calles de la capital de Irán. Estos tres elementos -el taxi, el conductor, y la propia ciudad- son el catalizador para las diferentes historias de los pasajeros que montan en el vehículo. Ya sea mediante sus historias individuales o por el cruce de sus personajes en los asientos del taxi, muestran de manera divertida y dramática a la población de Teherán, sus inquietudes, su forma de ser. Bajo esta capa superficial nos encontramos con dilemas sociales y morales. La represión que sufre la sociedad iraní está tratada de manera que por un momento el espectador puede pasarlo por alto, pero cala hondo. Jafar Panahi transmite un mensaje duro pero enternecedor y optimista que conmoverá al espectador.
Que el director, a pesar de estar presente durante toda la película, no acapare la atención más de lo necesario es muy de agradecer, ya que en algunos momentos desentona. Su forma de reaccionar ante algunas situaciones sería poco creíble si, como he dicho antes, no fuese más que el catalizador, un espectador que interacciona con sus pasajeros cuando es necesario. Un punto a favor es la forma en que está rodada: una realización sencilla con una cámara giratoria en el salpicadero. Esto le da más realismo que si fuese una planificación convencional, y hace que los actores -o pasajeros- sean más creíbles al ser planos de larga duración. Otro punto a favor son los actores. Todos están notables, y no hay ni uno solo que destaque de manera negativa. En cambio, hay varios que lo hacen para bien, y sentimos pena cuando vemos que se bajan del taxi.



'Taxi Teherán' es una película extraña y fascinante, que nos sacará risas y nos hará sentirnos indignados. La conjunción de unos actores más que solventes y un guión mordaz nos tendrá enganchados en la butaca durante los ochenta minutos que dura. 

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