jueves, 6 de julio de 2017

Crítica: Baby driver de Edgar Wright


En las películas de atracos siempre se centran en los que entran en los bancos y realizan el golpe, pero tan importante es entrar cómo conseguir salir. Hay un personaje que siempre ha quedado marginado en muchas de estas historias y es el del conductor que tiene que sacarlos de la escena del crimen lo más rápidamente posible.  Hay un jefe que se dedica a organizar golpes a bancos en los que utiliza a diferentes grupos, nunca repite aunque siempre hay un elemento que siempre mantiene porque es de su máxima confianza, un joven conductor que es el mejor a la hora de llevar el coche y que el atraco tenga un final feliz. Baby es además el chico de los recados, alguien que no es valorado por sus compañeros y que desconfían de el en todo momento. Siendo el protagonista y el héroe hay algo que no cuadra, ¿ por qué alguien con el que deberíamos identificarnos es uno de los atracadores ? Es fácil, no trabaja para los malos por voluntad propia, tiene una deuda con el malo y tiene que pagarla con su trabajo. Baby tiene a su cargo a un padre adoptivo sordo que tiene que cuidar, pero cuando aparece una chica se da cuenta de que su trabajo es demasiado peligroso y que pone en peligro a los que le rodean. 


De todos modos, la historia es lo de menos, incluso tiene una trama bastante importante en la que se mezclan giros postales y oficinas de correos que no he llegado a entender del todo. Lo que realmente resulta interesante de la película son las espectaculares escenas de acción y cómo se utiliza la música. Y el desarrollo de los personajes. Es una historia en la que un joven debe madurar de golpe y tomar decisiones poco propias de su edad. El protagonista Baby sufrió un accidente de coche, en el que murieron sus padres, y le ha dejado un problema auditivo que consigue solucionar de alguna manera escuchando constantemente música. Eso lo lleva a hacer que todo lo haga al ritmo de unas canciones espectaculares. Está claro que no han escatimado a la hora de escoger la banda sonora. El propio título de la película hace referencia a una canción de Simon y Garfunkel.  Las escenas de acción también se contagian de ese ritmo. Ya hemos visto en el cine muchas persecuciones de coches pero estas parecen que están pensadas como una coreografía de baile. Aparatos grandes y pesados se mueven en la pantalla como bailarines en una danza con unas canciones alucinantes. El reparto está muy bien elegido porque está lleno de grandes actores. Desde los más veteranos como Jon Hamm, con un corte de pelo inspirado en uno de los Pokemon, Jamie Foxx, uno de los atracadores más desconfiados o un impresionante Kevin Spacey que acojona casi tanto como cuando se pone en la piel de Frank Underwood. Entre los jóvenes hay que destacar a Ansel Elgort al que vimos en la sentir Divergente o en Bajo la misma estrella. La película se estrena mañana en cines y es más que recomendable. 

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