jueves, 21 de junio de 2018

Crítica: Hereditary de Ari Aster




El cine no deja de ser una forma de contar cómo somos, hablar de nuestra vida y de nuestra historia y de cómo nos relacionamos. Cómo se cuente y qué elementos se utilicen hacen que se pueda distinguir entre géneros. El cine de terror utiliza lo sobrenatural, el suspense y lo inesperado. De los que nos habla esta película es de la familia, de lo que nos une y lo que va pasando de una generación a otra. Pero también de la dificultad de la convivencia, de los problemas entre padres e hijos y de la búsqueda de la identidad propia La familia protagonista de la película no para de sufrir desgracias. La película empieza con la muerte de la abuela y a partir de ahí las desgracias no paran de suceder. Cuenta el director que este punto de partida está inspirado en la historia de su familia ya que durante un tiempo no pararon de sucederle cosas malas. Desde el principio hay muchas cosas inquietantes en la historia y en los personajes.  Aunque el tono sea bastante realista en una primera parte hay cosas que no encajan y que perturban. El matrimonio y sus dos hijos procuran llevar una vida de lo más normal pero siempre hay algo que hace que resulte inquietante. El terror está presente desde el primer momento, al principio de una forma más sutil y lo largo de la película con unos giros en la historia muy potentes el nivel de extrañeza, de inquietud y de miedo aumentan considerablemente.





















Lo que hace que Hereditary sea una gran película es una combinación de una gran historia, de una dirección bien cuidada y de un reparto muy potente. Sin entrar demasiado en los detalles de la historia el drama de una familia a la que le pasa de todo se une una historia de fantasmas. Nada de lo que pasa ni de lo que se cuenta es al azar ni gratuito, todo tiene una importancia para comprender el final. Es casi recomendable un segundo visionado para captar y darse cuenta de lo bien hilado que está el guión. Para Ari Aster esta película supone su opera prima después de una serie de cortometrajes. Tan importe como la historia es cómo la cuentas. Hay una gran planificación y un cuidado en los planos y en la planificación de las escenas. 

Toni Collete brilla especialmente. La que fuera la terrible Muriel y la madre del niño que veía fantasmas en El sexto sentido vuelve a ser una madre preocupada por lo que le sucede a su familia. Con una madre desequilibrada que acaba de fallecer tiene la gran tarea de mantener cuerda cuando todo se le derrumba. Todos los personajes tienen una gran complejidad, van evolucionando a lo largo de la película. Eso necesita unos grandes actores. El padre de familia Gabriel Byrne es un poco la mirada del espectador, buscando un poco de lógica a todo lo que sucede. Los dos hijos están encarnados por la debutante (en cine) Milly Saphiro y Alex Wolff al que hemos podido ver en películas como la nueva de Jumanji. La joven actriz que hizo de Matilda en el teatro hace aquí un personaje inquietante y que mantiene la tensión durante todo el tiempo.  No quería olvidarme de de Ann Dowd conocida por series como The Leftovers y El cuento de la criada.

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